viernes, 24 de octubre de 2014

NECESITAS ABRIR LOS OJOS.

A medida que reflexionas en el contenido de la Palabra de Dios, “los ojos de tu entendimiento” se alumbran. Comienzas a “ver” la realidad de una manera completamente diferente a como te habías acostumbrado y como consecuencia tu vida, en todas sus áreas da un giro radical.
Es como un “volver en sí” después de mucho tiempo de inconsciencia espiritual.
Aquí se cumple lo que dice el Salmo 19:

La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.
Salmo 19: 7-8.

Lo que produce ese “volver en sí”, es la acción viva y eficaz de la Palabra de Dios que impacta tu mente dormida y alienada por los “espejismos” de los que el mundo actual se encuentra saturado.
Es una Palabra que penetra hasta las áreas más profundas de tus pensamientos, tus emociones y tu voluntad.
Es una Palabra que sacude tu conciencia hasta despertártela.
Al respecto la carta a los hebreos dice así:

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”
Hebreos 4:12.

Solo basta que te expongas a su contenido en un clima de oración, pidiéndole a Dios que su Espíritu sature e ilumine tu mente.
Será así que comprobarás lo que dice el Salmo 119:

La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.
Salmo 119:130

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Algunos efectos de la luz sobrenatural de la Palabra de Dios en tu interior son:

Eres consciente de la REALIDAD de Dios. No lo ves como una idea abstracta o un ser difuso. Lo ves como un ser eterno y soberano que te envuelve con su presencia en todo momento. Lo ves como tu Padre.

Eres consciente de tu identidad espiritual. Llegas a entender que Dios te creó a su imagen y semejanza para cumplir en ti propósitos eternos; y que para ello es necesario reconocer a Jesucristo como el único medio que te habilita el camino hacia el cielo.

Eres consciente de tu dependencia absoluta y constante de Dios. Llegas a comprender que todo cuanto eres o tienes se lo debes a él. “Tu” inteligencia, “tus” habilidades, “tu” salud, “tus” bienes terrenales, “tu” trabajo y todo aquello que consideras “tuyo”.

Eres consciente de tu misión en el  mundo. Llegas a comprender que “estás aquí” para iluminar la oscuridad que reina en tu entorno, y que el único propósito por el que vives es para desarrollar esa misión con todos los recursos y capacidades que Dios ha puesto en tus manos.

Eres consciente de tu destino eterno. Llegas a adquirir la plena certeza que después que dejes de existir sobre la tierra, tendrás una vida que no terminará jamás en unión con Cristo.

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Todo lo anterior son convicciones que van contra la lógica humana, por ello es necesario adquirirlas por medio de la exposición de la Palabra de Dios y la oración.

Termino esta reflexión con aquellas palabras que el apóstol Pablo escribió a la iglesia de Éfeso.

“Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero”

Efesios 1:17-21


José Alfredo Liévano
Twitter.  @JAlfredoLievano  


1 comentario:

Anónimo dijo...

EXCELENTE DIOS LES BENDIGA