Estás comprendiendo...
Que ningún sustituto de Dios ha podido solucionar tus problemas o satisfacer tus vacíos emocionales.
Estás comprendiendo...
Que cuando pusiste tu confianza en lo que no es Dios, caíste en el fracaso, en la derrota y en la frustración.
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Todos tus “soportes” imprescindibles fueron derribados.
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¡Cuánto dolor te produjo!
¡Cuánta angustia!
¡Cuánta desesperación!
¡Cuánta desolación!
Fue necesario que esto pasara; pues caso contrario, jamás hubieses entendido aquella Palabra del profeta Jeremías... “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada”. Jeremías 17:5-6.
Has llegado a entender con claridad y convicción que no te queda más que confiar en Dios... “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”. Jeremías 17:7-8.
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Esta experiencia te está haciendo comprender que Dios es tu única fuente de ayuda.
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Estás comprendiendo que será Dios quien dará la orden, para que desde donde no hay nada, tu ayuda llegue en el tiempo exacto y al lugar correcto.
Estás comprendiendo que no debes poner tu esperanza, ni siquiera en los medios de ayuda que Dios enviará.
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Al fin lo estás comprendiendo...
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“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”.
Salmo 121:1-2.
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