He aquí una orden muy importante que nos da Nuestro Señor Jesucristo:
Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Mateo 5:48
¿En qué consiste tal perfección que él pide de nosotros?
Ante todo partamos del hecho que nuestro Señor Jesucristo, por ser Dios, es el único modelo de hombre perfecto. Ningún hombre o mujer sobre la tierra lo ha logrado igualar y muchos menos superar.
Como seres humanos, jamás lograremos la perfección de manera absoluta; pero sí, podemos desearla y poner todo cuanto esté de nuestra parte para “bordearla”.
Entendamos entonces que...
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Jesucristo es la perfección absoluta; y por lo tanto, él debe de ser nuestro único modelo de vida.
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Dios quiere que pongamos todo cuanto esté de nuestra parte para crecer hacia la madurez espiritual; y el punto de partida para alcanzar esta meta, es el intenso deseo de hacerlo.
Por eso, cuando el apóstol Pedro escribe su carta, dice lo siguiente:
Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.
1 Pedro 2:2.
Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
2 Pedro 3:18
A medida que vayamos alcanzando la madurez espiritual, mas identificados nos sentiremos con nuestro Señor Jesucristo en nuestra forma de pensar, sentir y proceder. Aspiraremos a ser como él. No habrá mayor objetivo sobre la tierra que ese.
Por eso...
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Desechemos el conformismo espiritual.
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Cada día atendamos la Palabra de Dios (siempre tendrá algo específico que decirnos), asimilemos su contenido con la asistencia del Espíritu Santo y practiquemos con su ayuda las acciones que se nos demande.
Son tres acciones sencillas, pero que nos motivarán día con día a llevar una vida acorde a los deseos de Dios.
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