¿Qué es la “agonía espiritual’’?
Es
un estado en el que los signos vitales del cristiano están a punto de apagarse
por completo; es un “estado de coma
espiritual” que refleja una total separación de Dios por medio de los frutos
de la carne y una vida totalmente contradictoria con lo que se dice creer.
“Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas,
mentimos, y no practicamos la verdad”
1 Juan 1:6
“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios,
borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas...”
Gálatas 5:19-21
Como diría nuestro Señor Jesucristo, “Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:20).
Cada
cristiano, si es sincero, sabrá reconocer que tipo frutos está dando. Cada quien
sabe cómo se encuentra su estado de salud espiritual. Cada quien sabe cómo están sus signos vitales en
su vida cristiana. Cada quien sabe si en
realidad está a punto de morir espiritualmente hablando o si ya murió.
Es
posible que algunos cristianos que leen esta reflexión presenten un cuadro crítico
de esta manera. Saben que no están bien, y que día a día reflejan una sintomatología
crónica en su salud espiritual. Es posible que algunos estén saboreando ya las
consecuencias progresivas y amargas de esa situación en la que se encuentran. Ahora,
en este día, Dios te recuerda que es necesario ponerle fin a este proceso
destructivo para ti y para los miembros de tu familia. ¿Qué hacer?...
Ante
todo necesitas recordar que no existe ningún método humano que pueda
levantarte. La “medicina revitalizadora” que necesitas viene del cielo no de la
tierra; viene de Dios no de la tierra.
Es
inútil que emplees todos los esfuerzos para salir de este estado, porque de
nada te servirá. Es inútil que te hagas propósitos firmes en tus fuerzas o
haciendo buenas obras porque más frustración encontrarás. No es en tus fuerzas
ni en tus méritos.
Lo primero que necesitas hacer para salir de esta agonía
espiritual, es poner tu fe en la obra perfecta que Jesucristo hizo en la cruz
por ti.
El
primer paso es reconciliarte con Dios, es reconocer
que pecaste y confesar tus culpas delante de él,
es necesario que recibas su perdón incondicional por medio de su sangre que te
limpia de toda maldad.
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos,
y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
1 Juan 1:8-9
El primer paso es recibir el perdón incondicional
de Dios para que el proceso de restauración comience a operarse en todas las áreas
de tu vida.
Dios
no te echará en cara lo que hiciste, él mira y entiende tu corazón dispuesto para
reiniciar un nuevo estilo de vida basado en sus pautas.
“No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las
cosas antiguas... Yo, yo soy el que
borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.”
Isaías 43:18,25
La reconciliación con Dios es el punto de partida
para iniciar el proceso de revitalización plena que se reflejará por medio de los frutos del Espíritu:
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
Gálatas 5:22-23
Espontáneamente
reflejarás todos estos frutos en medio de todas las circunstancias de tu vida;
pero para ello es necesario NO estorbar el proceso de revitalización que el
Espíritu de Dios haga en ti. No olvides que tu carne “exigirá sus derechos” por
medio de las tentaciones que enfrentes. Las tentaciones son como los virus que
amenazarán el desarrollo de tu salud espiritual, y por eso es necesario enfrentarlos por medio de la oración y la reflexión
bíblica. Son los anticuerpos para frenar todo tipo de tentación.
“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es
débil.”
Mateo 26:41
“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias,
y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche
espiritual no adulterada (La Palabra de
Dios), para que por ella crezcáis para salvación.”
1 Pedro 2:1-2
Por
medio de la oración y la reflexión bíblica tus pensamientos, emociones y
voluntad se revitalizan con la acción sobrenatural del Espíritu Santo; por eso es importante no descuidar ese
tiempo diario a solas con Dios. Debes proponerte levantarte una hora antes
de iniciar tus actividades diarias, para dedicar ese tiempo especial y
renovador. Al mantener viva tu relación con Dios, estarás evitando el proceso
de la agonía espiritual y sus atroces consecuencias.
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José
Alfredo Liévano
Twitter. @JAlfredoLievano