Dios te ha
mostrado “esos pecados” que no debes continuar tolerando y que ya se hicieron
costumbre en ti.
Debes evitar
que tus actitudes pecaminosas se vuelvan “tan normales” al grado tal de que
afecten tu conciencia y la comunión con Dios.
¿Qué
debes hacer al respecto?
¡Para
de inmediato!
Preséntate delante
de Dios así tal cual eres, reconociendo tu incapacidad de llevar una vida limpia
delante de él.
Pídele perdón por
haber procedido en rebeldía deliberada a su voluntad.
Reconoce que únicamente
la sangre de Jesucristo puede limpiarte de toda maldad.
Pídele que su
Espíritu en ti, ponga el deseo espontáneo de vivir de acuerdo a los
lineamientos de la Palabra de Dios.
Persevera en la
oración para que te mantengas fuerte ante las tentaciones que se te presenten.
Persevera en la
reflexión de la Palabra de Dios para que no pierdas la noción de su realidad y
de tu identidad espiritual.
¡No
sigas tolerando esos pecados!
“Como hijos obedientes, no os
conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino,
como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra
manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”
1 Pedro 1:14-16
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José Alfredo Liévano.
PENSEMOS EN DIOS
@JAlfredoLievano
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