Hay muchos temas de la revelación bíblica que
nuestra mente es incapaz de procesar y de creer. Por ejemplo: La eternidad de
Dios, la predestinación, la vida después de la muerte, el sacrificio redentor
de Cristo, los milagros, las acciones soberanas de Dios y muchos más; son temas
que rebasan la lógica, las leyes científicas y los procesos naturales. Por eso,
cuando Pablo le escribe a los corintios les dice:
“Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría
de los hombres, sino en el poder de Dios...
hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no
de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos
sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó
antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de
este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado
al Señor de gloria”
1 Corintios
2:5-8.
“Antes bien, como está escrito: Cosas
que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que
Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por
el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del
hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el
Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el
Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,
lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino
con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual”
1 Corintios
2:9-13.
“Pero el hombre natural no percibe las
cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual
juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la
mente del Señor? ¿Quién le instruirá. Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”
1 Corintios
2:14-16.
Necesitamos
discernimiento espiritual para conocer, asimilar, creer, practicar y enseñar el
contenido de la Palabra de Dios; y esta clase de “conocimiento” solamente Dios
lo puede dar por medio de la acción sobrenatural de su Espíritu sobre nuestra
mente. Por eso, antes de exponernos a estudios bíblicos y predicaciones
pidámosle al Señor que alumbre nuestro entendimiento. El salmo 119 dice al
respecto: “La
exposición de tus palabras alumbra, hace entender a los simples” (Salmo 119:130).
¡Necesitamos
discernimiento espiritual!
Que
Dios nos los conceda.
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José Alfredo Liévano.
PENSEMOS EN DIOS
@JAlfredoLievano
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