Dios, el creador del universo y dador de vida, te
hizo con propósitos eternos; Dios NO te creó para una existencia efímera y sin
sentido. Te creó para él; esa es la razón por la que tomó forma humana en
Jesucristo, para que por su medio obtuvieras la Salvación y la Vida Eterna. “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro
Padre y del Señor Jesucristo. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo,
para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la
cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:2-7). Necesitas
recordar ahora que Dios se mantiene fiel al proyecto eterno que diseñó para
ti...
Eres ciudadano (a) del Reino de Dios. Lo sabes
porque su Palabra fiel y verdadera te lo asegura. “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de
donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20). Es importante que tengas la firme convicción que al morir, tu alma no
quedará atrapada en el “polvo del olvido y la destrucción” como lo escribió el
salmista: “Porque
no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me
mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a
tu diestra para siempre.” (Salmo 16:10-11),
como lo dijo Job: “Yo sé que mi
Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta
mi piel, en mi carne he de ver a Dios” (Job 19:25-26)
o como lo dijo el apóstol Pablo: “Porque sabemos que
si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios
un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos” (2 Corintios 5:1)
No te dejes intimidar por el temor, la tristeza o
la angustia ante la muerte. “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que
duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque
si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los
que durmieron en él.” (1 Tesalonicenses 4:1-2)
El hecho que no comprendas como serás en
ese nuevo estado y definitivo estado de vida, no quiere decir que sea falso.
“Amados, ahora
somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero
sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos
tal como él es.” (1 Juan 3:2). Mientras vivas aquí en la tierra, no
pierdas la noción de tu identidad celestial y tu destino eterno; ten mucho
cuidado de no dejarte impresionar por los espejismos que batallan contra tu
alma. “Amados,
yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos
carnales que batallan contra el alma.” (2 Pedro
2:11)
DESCANSA EN LA PROMESA DE
LA VIDA ETERNA
Dios no miente. “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más
abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo,
interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es
imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido
para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.” (Hebreos 6:17-18);
por lo tanto puedes afirmar con
absoluta certeza:
“Jehová
es la porción de mi herencia... es
hermosa la heredad que me ha tocado” (Salmo 16:5-6)
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José Alfredo Liévano.
PENSEMOS EN DIOS
@JAlfredoLievano
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