martes, 17 de febrero de 2015

ES URGENTE QUE ALUMBRES...


Si te consideras una “lámpara apagada” sigue leyendo; PERO si no es así entonces ignórala...
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Has comprobado que tus actitudes ante las demandas de Dios con relación a tu prójimo reflejan que eres una “lámpara apagada”; que no estás proyectando tu fe ante las diversas necesidades urgentes de las personas que te rodean. Tienes a tu alcance a personas con necesidades espirituales, emocionales, físicas y materiales; pero no hay en ti ni las más mínima gota de compasión hacia ellas. Solamente buscas de forma egoísta tu bienestar y comodidad. Mientras tú estés bien, que importa lo demás.

Tu reacción ante las necesidades de los demás debería ser la misma de nuestro Señor Jesucristo. “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.” (Mateo 9:36). De igual manera, nuestra reacción inmediata ante las diversas necesidades de los demás es la compasión.
La compasión es experimentar en nuestro interior un dolor intenso ante la condición deplorable en la que se encuentra nuestro prójimo y a la vez hacer algo por él.
La compasión es la evidencia espontánea que el amor de Dios es quien gobierna nuestros corazones. La compasión es la evidencia espontánea de nuestra fe. Veamos lo que escribe el apóstol Santiago al respecto: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Más quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?” (Santiago 2:14-20)

No reflejar espontáneamente nuestra fe, nos hace ser “Lámparas apagadas”. Tenemos la apariencia de lámparas pero no alumbramos; y eso de nada nos sirve, pues entraríamos en la categoría de “cristianos de apariencia”; y que triste sería que un día recibiéramos estas palabras del Señor:

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”
Mateo 7:21-23

“Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.”
Mateo 25:42-45


Urgente ser “lámpara encendida” con la LUZ que procede de Dios. Has comprobado que en tus fuerzas y capacidades naturales te es imposible alumbrar. Necesitas conectarte con la “fuente de poder” que te hará alumbrar con espontaneidad mediante un eficaz testimonio de vida cristiana. Dedica tiempo en buscar la comunión con Dios por medio de la reflexión bíblica y la oración. ¡Es urgente que alumbres!

“Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros”
1 Juan 1:7



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