Inicio esta reflexión haciendo
una referencia al libro del apocalipsis.
"Vi un
cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra
pasaron, y el mar ya no existía más."
Apocalipsis 21:1
Al final de este libro
el apóstol Juan tiene una visión clara del cielo nuevo y la tierra nueva que
Dios ha prometido a sus hijos. Pudiera parecer algo irrealizable e imposible,
pues se sale de los parámetros de la lógica, pero no. Dios no miente, y sus promesas trascienden las fronteras del tiempo y
del espacio.
En la carta a Tito, el apóstol
Pablo haciendo referencia a ello, escribe lo siguiente:
“Pablo,
siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de
Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual
Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a
su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue
encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador”
Tito 1: 1-3
Dios nos ofrece por
medio de Jesucristo una vida en abundancia que no se limita a los bienes
materiales, sino que los trasciende hacia una realidad eterna e inmutable (que
no cambia).
Los que Dios nos
promete es “para siempre” y va más allá de lo que podemos asimilar o entender,
pero eso no quiere decir que su realización sea imposible.
Por eso, pídele al Señor que sus promesas queden arraigadas en lo más
profundo de tu interior para que las puedas creer con convicciones firmes así
como las describe la carta a los hebreos.
Necesitamos tener esa convicción
sobrenatural que obviamente no proviene de la lógica, sino de Dios.
“Es, pues, la
fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve... Por la fe entendemos haber sido constituido
el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo
que no se veía”.
Hebreos 11:1,3
“Pero sin fe
es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
Hebreos 11:6
Al igual que Abraham, hemos de poner nuestra mirada en la “patria
definitiva”.
“Por la fe
Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como
herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la
tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob,
coherederos de la misma promesa; porque
esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.”
Hebreos 11:8-10
Es necesario que tengamos la certeza que nuestra ciudadanía no pertenece
a este mundo, sino al cielo. Pero, como lo repito, hay orar por esa convicción
sobrenatural como la tenía Pablo.
“Más nuestra
ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor
Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que
sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede
también sujetar a sí mismo todas las cosas”.
Filipenses 3:20-21
Volviendo al tema de la
reflexión, nos damos cuenta que la visión
descrita por Juan en el apocalipsis es lo que 700 años antes, Dios por medio del
profeta Isaías había anunciado:
"Porque
he aquí yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no vendrá más a
la memoria, ni más vendrá al pensamiento."
Isaías 65:17.
Aquí nos percatamos
como toda la Biblia está conectada entre todos los libros que la componen, dándonos
a entender que Dios es su único autor quien inspiró a los escritores.
Continuemos...
En ese lugar prometido
habrá una ausencia total de dolor, enfermedad, tristeza y angustia. Parecería algo
utópico, pero es verdad. Es la vida eterna y plena a la que los hijos de Dios
estamos destinados.
"Enjugara
Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron."
Apocalipsis 21:4
¿Qué son las “primeras cosas”?
Son las realidades
presentes de la dimensión terrenal, así como también las consecuencias que se
generaron en el mundo a partir de la desobediencia en el Jardín del Edén.
El ambiente que experimentaremos
en ese lugar, es totalmente opuesto a lo que estamos acostumbrados a percibir
con la lógica, los sentidos y las emociones.
¿Cómo será todo eso? No lo sabemos al
detalle. En el apocalipsis solo se nos dan algunas aproximaciones adecuadas a
nuestra comprensión lógica.
“Antes bien,
como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón
de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.”
2 Corintios 2:9
El hecho que no alcancemos
a comprender “como” será todo eso, no quiere que decir que por eso NO sea real.
Lo que pasa es que estamos tan acostumbrados
a “absolutizar” nuestro razonamiento y pensamos que nuestra mente determina la “no
– existencia” de lo que NO se comprende.
La trascendencia Dios y
las realidades espirituales están más allá de lo que nuestra mente puede
digerir o entender.
El apóstol Juan anonadado
con esa visión impresionante, quedó aún más, cuando escuchó y escribió las
siguientes palabras:
"Y el
que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y
me dijo: Escribe; porque estas palabras
son fieles y verdaderas."
Apocalipsis 21:5
Es Dios mismo, quien
dice estas palabras que son garantía fidedigna
que se cumplirán al pie de la letra. Desde el Antiguo Testamento se refleja
esta verdad.
Podemos tener la plena
seguridad que sus palabras son “fieles y verdaderas”. Dios no se puede
contradecir a sí mismo.
“Dios no es
hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y
no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”
Números 23:19
La invitación es para
todos aquellos que la quieran poseer es vida abundante. Es de manera gratuita.
"Y me
dijo: Hecho esta. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente
de la fuente del agua de la vida"
Apocalipsis 21:6
¿Cómo saciar esa sed?
Es entregándole nuestra
vida a nuestro Señor Jesucristo para que sea su GRACIA y PODER quien la
transforme. Veamos algunos textos que lo atestiguan:
“Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.
Juan 3:16
“De cierto,
de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida
eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida”.
Juan 5:24
“Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad.”
1 Juan 1:9
“Si
confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
le levantó de los muertos, serás salvo”.
Romanos 10:9
“De cierto,
de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna”.
Juan 6:47
“He aquí, yo
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él,
y cenaré con él, y él conmigo”.
Apocalipsis 3:20
“Más a todos
los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios”
Juan 1:12
“El que cree
en el Hijo tiene vida eterna; pero el que se niega a creer en el Hijo no verá
la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”.
Juan 3:36
“El que en él
cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha
creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.
Juan 3:18
Se trata de una invitación
que está vigente ahora para todos los que quieran recibirla; pero aquellos que
se nieguen no la podrán tener. Por eso nuestro Señor Jesucristo es muy claro al afirmar lo
siguiente:
"Pero
los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago
que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda."
Apocalipsis 21:8
¿Quiénes son los cobardes?
Los que son esclavos de
sus temores y como consecuencia no proceder de acuerdo a lo establecido por
Dios.
¿Quiénes son los incrédulos?
Los que se niegan a
creer en Dios y en la obra que Cristo hizo en la cruz a favor del mundo.
¿Quiénes son los abominables?
Los perversos, aquellos
que practican toda clase de inmoralidades depravadas.
¿Quiénes son los homicidas?
Los asesinos.
¿Quiénes son los fornicarios?
Los que tienen
relaciones sexuales fuera del matrimonio.
¿Quiénes son los idólatras?
Aquellos que han
sustituido a Dios por las personas o cosas.
¿Quiénes son los mentirosos?
Todos aquellos que no
dicen la verdad. Sea con sus hechos o palabras. (Abarcan los hipócritas, los
difamadores, los calumniadores, los corruptos, etc)
La Palabra de Dios ha sido clara al mostrarnos el destino eterno de los que creen y de los que no creen. En nosotros está la decisión donde
pasaremos la eternidad.
Ahora estamos aquí,
cumpliendo con la misión que Dios nos ha encomendado.
Hagamos lo que nos
corresponde en la obra del Señor, porque todo cuanto hagamos para él no será en
vano.
“Así que,
hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor
siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”
1 Corintios 15:58
José Alfredo Liévano
Twitter. @JAlfredoLievano
--------------------------.