Reconocer que la culpa fue tuya.
Que por haber desatendido la voz de Dios, ahora estás enfrentando las
consecuencias. Tú sabías perfectamente que lo que estabas haciendo no era
correcto, pero sin embargo desobedeciste...
Abandonarte bajo la misericordia infinita e incondicional de
Dios. No busques justificarte delante de él. Reconoce realmente
que tuviste toda la culpa de lo que ahora estás enfrentando.
Abandonarte bajo el poder sobrenatural de Dios, para que
aquellas situaciones imposibles y difíciles sean resueltas y encauzadas para
bien. No cuestiones como procederá, solamente cree que él
hará más allá de lo que puedas imaginar.
Ser dócil a las indicaciones específicas que Dios te indique
en oración y en la reflexión de su Palabra. Da los pasos
de fe que te pida dar aunque choquen con tu lógica o conveniencias personales.
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Ante las diferentes
situaciones asfixiantes y extremadamente imposibles de resolver que tú
propiciaste, quiero recordarte hoy, que Dios te tiene preparada la solución en
el tiempo y el lugar específico.
Ya todo está
perfectamente y cuidadosamente previsto por él. No hay ningún detalle que no se
le escape por alto, aunque tú sientas que estás a la deriva total.
Todo se dará en una sincronía
perfecta.
La soberanía de Dios te
envolverá, y aun en los acontecimientos más insignificantes y casuales, verás cómo
su intervención misericordiosa y sobrenatural se derramará abundantemente sobre
ti.
Nada acontecerá por
suerte... lo comprobarás tú, y todas la personas que te rodean...
“Porque tu
tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de
los moradores, y tus destruidores serán apartados lejos”.
Isaías 49: 19
¿Cuál es la “tierra”
que tu devastaste con tu desobediencia deliberada? ¿Qué es lo que ahora definitivamente
ya no tiene solución?
Para Dios si la hay...
José Alfredo Liévano
Twitter: @JAlfredoLievano